Tan poco para decir tanto
Por: Jaime Ybarra
El examinador había propuesto como ejercicio a sus alumnos que dieran su opinión sobre qué representa para la religión católica la Pascua de Navidad, la Pascua de Resurrección y Pentecostés.
Ante su mesa se apiñaban folios escritos por los educandos. Alguno, incluso, se había extendido un poco más a la pregunta inicial e introducían una referencia a la parusía, el advenimiento glorioso de Jesucristo al final de los tiempos. Admirable el resultado de la prueba. En todos ellos se adivinaba una gran preparación y conocimiento.
Entre las muchas hojas presentadas, había una que no dejaba de sorprender al examinador. En ella sólo había escrito lo que escasamente hubiera llenado una cuartilla. Era la contestación de un alumno a la pregunta del ejercicio.
Tras mucho leerlo, sólo se atrevió a anotar en el cuaderno de calificaciones: “Tan poco para decir tanto”. Y volvió a leer el texto. Era conciso pero intenso:
“Andaba la oscuridad recorriendo los caminos de sus amplios dominios e iba satisfecha. La penumbra era de su agrado. Ni siquiera las sombras se dejaban notar. Mientras disfrutaba de su obra se decía a sí misma: ‘¡Sólo tinieblas!’, sin dejar de alabar tanta negrura. En la lejanía de un altozano, se atisbaba cierta claridad. Iracunda la oscuridad, porque algo perturbara la tenebrosidad de sus posesiones, se encaminó rauda hacia ese punto. Según llegaba al lugar iban apareciendo nítidamente bañadas por una iluminación desconocida, formas y colores. Todo parecía diferente, pero, a su vez, todo tenía sentido. ‘¡¿Quién eres tú que te atreves a adueñarte de mis posesiones?!’, bramó la oscuridad, dirigiendo la pregunta a ese algo que estaba ocasionando su malestar.
Una voz dulce y sosegada contestó. ‘No estoy adueñándome de nada que no fuera desde siempre mío. Solamente estoy devolviendo las cosas a su propio ser. Tú misma, oscuridad, no eres más que mi propia ausencia. ¡Yo soy la Luz!’. La oscuridad, viendo desvanecerse la penumbra ante el aumento de la luminosidad, abandonó los espacios de los que se había enseñoreado y la Luz destelló en una nueva vida”.