La cera de la Navidad

Por: Benjamín Gandía

Desde tiempos inmemoriales, nuestros ancestros descubrieron muchas realidades que hoy en día continuamos teniendo presentes. De entre todas ellas habría que destacar la observación rotativa del ciclo de la vida en función de la proximidad entre la Tierra y el Sol. Dicha observación los llevó a la conclusión que después de un triste tiempo de oscuridad empezarían a aumentar las horas de luz. Horas de luz que de nuevo llevarían a cabo el renacimiento de las plantas que aparentemente parecían muertas. Volverían a brotar con fuerza y volverían a sacar las maravillosas y perfumadas flores que mostraban el nacimiento de la vida.

Pasado el tiempo, las flores se convertirían en suculentos y apetitosos frutos que calmarían la sed y el hambre cuando llegaran los peores momentos del calor. Más tarde observaron, que pronto acudían las abejas y continuaron descubriendo que además de polinizar las flores, las abejas, también les proporcionaban otros elementos como la miel y la cera. De la miel obtenían las propiedades preventivas y curativas y de la cera mantener y transportar la luz a sus cuevas. ¡Qué maravilla! ¡Transportar la luz e iluminar cualquier lugar! Y así ha sido cómo la cera generada por las laboriosas abejas se convirtió en ese elemento importante, para mantener y transportar la luz que el ser humano necesita para su vida. Y digo que es importante porque… ¿Qué sería de la persona sin la luz? La luz nos da vida y alegría; sin luz sólo tenemos una tristeza que desemboca en la muerte. Hace poco más de 2000 años, nació en Belén un personaje del todo singular, que, sin haber sido un sabio como Sócrates, ni un conquistador como Alejandro, sus palabras tienen una pervivencia que no tienen las del primero y sus conquistas son más grandes y firmes que las del segundo. Este personaje, llamado Jesús de Nazaret, se convirtió en la nueva luz de la vida, la luz del faro con el que guiarse, un faro que quiere llevarte a esa Vida Eterna que desde hace mucho ya intuían nuestros antepasados. Pero… ¿Qué sería de la luz sin la cera? ¿Cómo transportaríamos la luz? Esta nueva luz se quiso valer de una cera muy especial, una cera más pura que la cera virgen de las abejas, una cera virgen personificada en una joven especial llamada María, cuyo nombre hebreo significa ‘la elegida de Dios’. Y es que, si María fue la cera virgen elegida por Dios para llevar la verdadera luz de la vida, hoy quiero invitarte a que descubras todas las cualidades que emanan de esa cera. Unas cualidades de amor inagotables que te harán ver la luz de su hijo cada día de tu vida, una luz que no se apaga nunca. Por lo tanto, la mejor forma de acercarte a la luz de Jesús es agarrándote a la cera virgen de María. María es la mejor maestra que puedas tener. La maestra que te mostrará la humildad de creer en la única luz que te puede mostrar lo que oculta la oscuridad. Una luz que te mostrará la fraternidad que ha de darse entre las personas. Jesús quiere que quites el velo de la oscuridad de tu vida y puedas ver, con tus defectos y tus virtudes, la luz que te mostrará su amor gratuito e infinito. Un amor que te ha preparado una Vida Eterna junto con Él. Y lo único que quiere a cambio es que te lo creas. Que creas con ese amor gratuito e infinito que brota del Corazón de Jesús. Porque si realmente te lo crees, también te enamorarás de Él. Yo te invito a que seas como una abeja, capaz de segregar desde tu interior la cera necesaria para poder ir mostrando la luz a todo aquel que tengas cerca. Una luz que pueda iluminar el verdadero Camino, que te muestre la Verdad de tu existencia para descubrir el amor que te guiará a la Vida Eterna.

Te deseo que un año más celebres una Feliz Navidad rodeado de tus familiares y amigos.

Madre nuestra, portadora de amor y de paz, Tú que llevaste en tu vientre la luz de la vida, ayúdame a ser cera para llevar la luz de Jesús.

 

Cada mes, los Laicos de la Familia Chevalier, te proponen un tema para hacerte pensar. Puedes enviar tu reflexión a: Avda. Pío XII, 31. 28016 Madrid o correo electrónico: asociacion@misacores.org.

 

Foto: www.freepik.com

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