Jesús, que encendiste mi corazón

Por: P. Buama Demba, msc

El 29 de junio de 2024, en el Santuario mariano de Popenguine, por la imposición de manos de Monseñor Benjamin Ndiaye, Arzobispo de Dakar, me fue conferido el ministerio sacerdotal en nombre de la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón de Jesús. Grabando este don sin precedentes en el Corazón compasivo de Nuestra Señora, he querido concretarlo con el lema tomado del himno pascual titulado “Jesús, que encendiste mi corazón”, de Didier Rimaud, sj. Dice así: “Déjame salir por la noche, cuando demasiados de los míos están sin noticias, y por tu nombre ante mis ojos, date a conocer”.

Además de mí, otros 16 candidatos, entre ellos cinco religiosos sacerdotes y 11 diáconos, religiosos y diocesanos, recibieron la gracia de configurarse con Cristo Siervo. Precedida de un retiro preparatorio de cinco días, la ordenación tuvo lugar en un ambiente animado y sensacional, que reunió a mucha gente, procedentes de los cuatro puntos cardinales del país y sus alrededores. Más aún, teniendo en cuenta el número inesperado de sacerdotes y religiosos que habían hecho el viaje. También era la primera vez que la archidiócesis acogía ordenaciones con un número tan elevado de religiosos. La celebración de la misa de la tarde se dedicó a las diversas comidas fraternas ofrecidas por la Congregación y la familia, respectivamente. Y la inmensidad de la alegría de acoger a un nuevo sacerdote era inevitable, tanto que apenas podían leerse en los rostros los desvelos acumulados para este día. Es más, la movilización de la comunidad parroquial a la que acabamos de ser destinados y de los familiares procedentes de países de la subregión fue inusual.

Al día siguiente de la ordenación, la primera misa tendría lugar finalmente el 14 de julio en la parroquia de San Pablo de Grand-Yoff para marcar el final del año pastoral parroquial. Y sea cual sea la maraña de organización y trámites, hemos hecho nuestra la invitación paulina a dar gracias en todas las circunstancias y a seguir pidiendo a Dios que reavive en nosotros este don que hemos recibido.

Senegal. En el corazón de la comunidad rural de Malicounda, en Grandigal, se encuentra un gran complejo cuya elegante arquitectura rivaliza con todos los demás edificios que lo rodean. Los MSC de la Unión de África francófona-UAF, y en particular los del Distrito de Senegal, pretenden impactar espiritualmente en esta gigantesca finca, que es la esencia de los sueños y pretende transformar a los niños y jóvenes que acuden a ella educacional y espiritualmente. Y con ocasión de los 70 años de presencia de los MSC en Senegal, bajo la presidencia de Monseñor Benjamin Ndiaye, del P. Yvon César Banackissa, Superior de la UAF, del P. Michael Huber, Provincial de Austria-Alemania del Sur y del P. Georges Moise Diabone, Superior del Distrito, se bendijo esta obra, nueva y pendiente de ocuparse, hasta el 4 de mayo de 2024 que consagra su inicio. Nuestra Sociedad se ocupa también de la formación de los jóvenes, apoyándonos en la herencia espiritual de nuestro fundador, Julio Chevalier, de venerada memoria, el hombre que, por cierto, es el patrono de este gran Complejo (Centro), nos hemos atrevido y seguimos atreviéndonos a dar a conocer y hacer amar al Sagrado Corazón de Jesús en todas partes y para siempre, incluso en la profesión de alto riesgo de la educación.

En efecto, reconstruir el pacto educativo global, promoviendo una educación para y sobre la maduración de la persona a través del lenguaje de las ideas, el lenguaje del corazón y el lenguaje de las manos es, en efecto, el paradigma evocador por el que nos gustaría consumirnos en un mundo con primicias desgraciadamente famosas como la egolatría, el despilfarro humano, la exclusión, el consumo sin alma y sin sudor. Para ello sería necesario, en parte, un marco acondicionado, como es el CSPJC (Complexe Scolaire Père Jules Chevalier), en beneficio de todos los habitantes de Gandigal y de otros lugares, sin discriminar ninguna cultura y, mucho menos, confesión religiosa.

Por decirlo suavemente, y hay que decirlo, el objetivo fundamental de este Complejo es cultivar el sueño de un humanismo basado en la solidaridad, que responda a las expectativas de la humanidad y al plan de Dios, y que consolide los esfuerzos de los desfavorecidos por elevarse por encima de sus dificultades. Con esta gran responsabilidad es con la que cada uno de nosotros nos comprometemos en nuestra misión específica, definida por nuestra encomienda. Aquí trabajamos tres personas: un director técnico, un economista contable y un capellán encargado de la orientación espiritual y la educación religiosa y moral de los niños.

Como nos preocupamos por la excelencia, hemos optado por abrir una clase al año y supervisar a los principiantes y esperar resultados convincentes y beneficiosos.

 

Start typing and press Enter to search