¿Consagrado?
Por: P. Joaquín Herrera, msc
Nos gustan las celebraciones, todas sin exclusión, hasta las que no están de moda. Hace pocos días, participé en el 50 aniversario de la consagración como Misionero del Sagrado Corazón de un amigo de infancia. Un hecho que invita a pensar sobre un camino concreto de la existencia humana. ¿Qué es un consagrado?
Ante todo, es una persona, con sus luces y sombras, sus cualidades y defectos. Es, a la luz de la carta a los Efesios (1,4ss), como todos nosotros, un «elegido de Dios desde antes de la creación del mundo para ser santo y caminar en el amor». Para ello, nos aceptó como sus hijos, por amor y sin méritos propios.
Pero esta elección se concreta en estilos de vida especiales que cada uno debe descubrir para lograr la felicidad plena en el proyecto amoroso de Dios para cada uno de nosotros: soltería, vida matrimonial, vida consagrada. Realidades éstas orientadas hacia el ser, mientras que las profesionales se orientan al hacer.
Hace años este amigo percibió en su vida la misma experiencia que unos hombres concretos percibieron en su trato con Jesús: «Llamó a los que quiso y vinieron a él para que estuvieran con él, para enviarlos a predicar con poder de expulsar demonios». Estar con él, anunciarlo, liberar a los hermanos de las esclavitudes. Tres aspectos a los que el llamado a este género de vida se consagra para vivirlo radicalmente con actitudes concretas de obediencia, castidad y teniendo todo en común con sus hermanos de camino. Como Jesús vivió durante su vida terrenal. En concreto, la vida consagrada debe ser un modo de seguir a Jesús para vivir como Él vivió. En coherencia, autenticidad y testimonio verdadero.
Seguir a Jesús como Misionero del Sagrado Corazón, MSC, es ver a Jesús como la revelación del amor de Dios: un amor tierno, compasivo, misericordioso y fuerte; vivido en comunidad que es como debe manifestarse ese amor: «Vean cómo se aman», y abierto hacia los más necesitados de la sociedad. Tres elementos que forman el Carisma, la espiritualidad y misión de los Misioneros del Sagrado Corazón con palabras técnicas. Algunos se preguntarán si vale la pena, aquí y ahora, vivir una vida consagrada en autenticidad. Pensamos en unas pocas palabras de Jesús. Por ejemplo, «Hay más alegría en dar que en recibir», cuando no sólo da, sino que se da personalmente la alegría es mucho más profunda; «Quien quiera ser el primero que se haga servidor de todos», el servicio es la piedra de toque de toda la consagración: ser para Dios, para el ser humano, para la casa común, para testimoniar que viviendo el amor la vida tiene un sentido especial, que sin egoísmo la felicidad es más auténtica, que en justicia y paz se logra cambiar desde dentro; «Y vosotros que me habéis seguido recibiréis cien veces más en esta vida y luego la vida eterna», negocio redondo con éxito prometido.
(Te propongo que leas: Mc 3, 13-19; Mt 10, 1ss; Mt 19, 23-26)