“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”
Las palabras de María (II)
Por: P. Jaime Rosique, msc
Continuamos esta serie de artículos reflexionando juntos sobre la ‘segunda palabra’ o frase que podemos leer en los Evangelios que dice María. El contexto es el mismo que la frase que meditamos en el número anterior: el anuncio del ángel de que sería la Madre de Dios. Imaginaos la responsabilidad para una joven de 16/17 años…soltera, que ‘no conocía varón’, en la Palestina del siglo I…a la que, de la noche a la mañana, le dicen que va a ser la Madre de Dios. Ante semejante situación, María primero le pregunta cómo puede ser posible, y el ángel se lo explica: le dice que el Espíritu Santo la cubrirá con su sombra y concebirá un hijo, al que deberá llamarle Jesús. Y para reforzar sus palabras -y eso es importante- le dice que su prima Isabel, a quien llamaban estéril, está embarazada de seis meses, “porque para Dios no hay nada imposible”.
Y María responde que ‘sí’. María da su consentimiento a Dios. María es la mujer del ‘sí’: ‘sí’ a la vida, aunque no sea esperada o deseada. Es la mujer del ‘sí’ a la voluntad de Dios, aunque la descoloque. Es la mujer del ‘sí’ a la ayuda a los demás, el ‘sí’ a la solidaridad con los demás…El suyo fue un ‘sí’ generoso, frente a los ‘no egoístas que escuchamos diariamente: ‘No’ a hacer algo que no me guste, ‘no’ a los que no piensan como yo, ‘no’, ‘no’, ‘no’… María en cambio dice ‘sí’, ‘sí’, ‘sí’.
Ese ‘sí’ de María nos enseña 4 cosas: humildad, fe, obediencia y valentía. Pero, sobre todo, amor. ¡Cuánto amor se refleja en esas palabras de María! He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra…Dios nos quiere libres, nos hace libres, y María hace uso de su libertad haciéndose esclava por amor. ¡Cuántas cosas extraordinarias no habremos hecho por amor… cuántos sacrificios hace una madre cada día por amor a un hijo… cuántos sacrificios habréis hecho o seguís haciendo muchos de los que estáis leyendo estas líneas, ¡por amor! Seguramente muchos habéis renunciado a muchas cosas por amor… os habéis hecho esclavos o esclavas de quien amáis… como lo hizo María.
Con su ‘sí’, María demuestra humildad. Con su ‘sí’, está demostrando su FE en Dios. Se fía de Dios, pues le está diciendo: No sé exactamente qué es lo que tienes pensado para mí, no sé las consecuencias que traerá todo esto, no sé la reacción de los demás a los cambios que tendré que hacer para hacer tu voluntad, pero, aun así: me fio de ti. Y nosotros, ¿nos fiamos de Él?, ¿o queremos tener todo bajo control? Cuando éramos pequeños, nos fiábamos de nuestros padres, nos sentíamos seguros cogidos de la mano de ellos, no nos importaba dónde nos llevasen, porque íbamos con ellos. Sigamos el ejemplo de María y hagamos lo mismo con nuestro Padre del Cielo: ¡Fiémonos de Él! Como dice el proyecto vocacional juvenil de los Misioneros del Sagrado Corazón: ¡hágase!
El ‘sí’ de María es el ‘sí’ de una persona obediente, es decir, de una persona que escucha, que escucha bien. Y, sobre todo, es un ‘sí’ valiente, libre y generoso. Valiente porque no sabía las consecuencias que traería su ‘sí’ para ella, para el bebé que iba a concebir…Libre, porque pudo haber dicho que no, y generoso, porque se pone en manos de Dios para lo que Él quiera. Muchas veces se habla de falta de vocaciones dentro de la Iglesia. Y, ojo, en vocaciones no me estoy refiriendo sólo a las vocaciones sacerdotales y religiosas. También hablo de vocaciones al matrimonio. O a la soltería o el laicado comprometido. La palabra vocación significa llamada. Y Dios llama y nos invita a seguir su plan para nuestra vida a todos y cada uno de nosotros. Dios sigue llamando. Somos nosotros los que, a diferencia de María, no respondemos en ocasiones. Pidamos a María, nuestra Madre y compañera de peregrinación en esta vida, que interceda ante nosotros y ayude a aquellas personas que, jóvenes o no, en este momento de su vida, sientan la invitación a hacer algo por el Señor, a seguir un camino u otro de vida, para que respondan como ella y sepan decir ‘sí’. Un ‘sí’ como el de María, un ‘sí’ libre, generoso, valiente y humilde.
Pidamos que María bendiga y camine junto a aquellos jóvenes que, siguiendo su ejemplo, dicen que ‘sí’ a los planes de Dios para seguir cumpliendo su promesa de estar con nosotros siempre, hasta el final de los tiempos. También junto a aquellos que con su amor mutuo dan un testimonio creíble y valiente del amor que siente Dios por su iglesia. María, Madre nuestra, enséñanos a decir ¡Amén!












