Desde España al resto del mundo (Historia)

Una historia misionera de 140 años

Ya en sus tiempos de seminarista diocesano, el P. Julio Chevalier, msc, manifestaba el deseo de ser misionero más allá de los límites de Francia, su patria querida. Un deseo frenado por sus superiores, preocupados como estaban por la tensa realidad de su país, en plena persecución a la Iglesia. ¿De dónde nacía este deseo?

Por: P. Joaquín Herrera, msc

 

Madre y Maestra. Papúa Nueva Guinea. Centroamérica. Padre Joaquín Herrera. Hermandad Misionera de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. MSC

El P. Julio estaba preocupado por el egoísmo e indiferencia de las gentes de su tiempo, tanto en el aspecto social como cristiano. Durante sus últimos tiempos de formación, había descubierto en sus estudios teológicos la doctrina y devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que se iría convirtiendo, en la práctica, en una Espiritualidad del Corazón que marcaría su vida. La certeza de que Dios es Amor y Jesús la revelación máxima del Amor de Dios fue, desde entonces, el motor dinámico de su fe, de su entrega apasionada y de la convicción de que tenía una misión que cumplir en su vida: dar a conocer en todas partes que Dios es amor y nos ama de un modo particular.

AMETUR. Salir y dar a conocer este amor a todos y en todos los lugares, entre los más necesitados y abandonados, era un paso natural y, en la concepción de su tiempo, las misiones en los países más olvidados señalaban uno de los campos más atractivos para la misión deseada. Su lema: “Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús (Ametur ubique terrarum Cor Iesu Sacratissimum)” encontró un campo preferencial de acción. Un amor sin límites o, como le gusta decir a muchos, ‘Un amor sin fronteras’.

Cómo lo logró. Su convencimiento de ser un ‘hombre con una misión’, de dar a conocer el amor de Dios, su temperamento fuerte y constante y los hechos problemáticos históricos que le tocó vivir, le impulsaron a cumplir su ideal juvenil. Se valió de estrategias muy humanas para convencer a sus consejeros de asumir el deseo del Papa León XIII, que retó a su Sociedad a ser misioneros en los enormes territorios de la Melanesia y Micronesia, de las islas del Pacífico y de la grandeza de Papúa Nueva Guinea. La Congregación, en aquel entonces, casi no tenía hermanos, su economía era raquítica, los peores augurios alertaban del fracaso y desaparición ante el hecho de aceptar semejante locura. Pero el P. Julio lo percibía de otro modo, entre los pocos jóvenes que formaban su ‘pequeña sociedad’ había una mística grupal y decidida a lo más difícil. Y los caminos de Dios facilitaron la decisión con la expulsión de los religiosos y la desamortización de sus bienes por parte del gobierno de Francia, la salida obligatoria de sus miembros a otros países… El hecho real es que, desde el puerto de Barcelona, en 1880, salía el primer grupo de Misioneros hacia las tierras señaladas por el Papa y, cinco años más tarde, el 4 de julio de 1885, el P. Verius celebraba la primera misa en la isla de Yule, hace ahora 140 años.

Madre y Maestra. Papúa Nueva Guinea. Centroamérica. Padre Joaquín Herrera. Hermandad Misionera de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. MSC

Todo ello significó un notable crecimiento de la Congregación. Hoy día son más de 18 Diócesis las que han surgido en los diversos continentes por obra de la locura del joven Julio Chevalier y de la entrega a la misión de sus hijos. Iglesias particulares vivas y dinámicas con comunidades cristianas comprometidas en ‘ser el Corazón de Dios en el mundo’. Unas comunidades tan comprometidas como para dar la vida por Cristo. Así sucedió, por ejemplo, en Papúa Nueva Guinea, donde el ejército japonés expulsó a los sacerdotes y prohibió las prácticas cristianas, asesinando a Peter To Rot, un laico MSC, por defender la familia y continuar con las catequesis, y que pronto se convertirá en el primer santo indígena papú. O en Sudáfrica, dónde también el Beato MSC Benedict Daswa fue asesinado. Un catequista, padre de familia y profesor.

La aventura española. A mediados del siglo pasado, en el año 1955, los Misioneros del Sagrado Corazón de España iniciamos nuestra propia experiencia apostólica. Esta vez el campo de ac ción se centró en una de las repúblicas del istmo centroamericano, Guatemala. El departamento de El Quiché, uno de los más pobres del país, con el 95% de analfabetos, con un solo hospital, con una pobreza extrema, sin vías de comunicación adecuadas y con sólo tres sacerdotes en sus cerca de ocho mil kilómetros de extensión, ofrecía un campo propicio para nuestra labor misionera. Históricamente, la acción de Dios nos fue llevando a lugares difíciles y muy complicados. Y nuestra presencia en Centroamérica no ha sido una excepción.

Y los caminos raros de Dios han continuado en nuestra historia, invitándonos, con frecuencia, a volver a iniciar desde cero nuestro proceso de ser testigos del amor de Dios en el mundo.

Misión compartida. Poco antes de nuestra llegada, el obispo guatemalteco, Mons. Rafael González, había fundado la Acción Católica Rural Indígena. Un movimiento laical netamente indígena, bien organizado, con catequistas interesados en su formación, en el conocimiento de la Biblia y en la evangelización de su gente. Ellos fueron la mano derecha y los grandes evangelizadores con los que los Misioneros del Sagrado Corazón trabajamos codo con codo.

Madre y Maestra. Papúa Nueva Guinea. Centroamérica. Padre Joaquín Herrera. Hermandad Misionera de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. MSC

Madre y Maestra. Papúa Nueva Guinea. Centroamérica. Padre Joaquín Herrera. Hermandad Misionera de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. MSC

Ante la extrema pobreza y la explotación social en que vivían la mayoría de los habitantes de El Quiché, desde el inicio, la acción evangelizadora estuvo acompañada de unas exigencias sociales para despertar la conciencia de la dignidad de aquellas personas. A medida que las comunidades cristianas iban aumentando, se abrían escuelas, se introducía el abono, se construían salones comunales y oratorios, se hacían caminos y centros de salud. También se luchaba para conseguir que el agua potable llegase a sus cantones y comarcas. Una obra que se pudo realizar gracias a la acción animadora de los catequistas indígenas.

Nueva persecución. Toda esta acción chocaba con los intereses de las gentes adineradas, de la gente de poder y de los racistas que despreciaban a los indígenas. De ahí surgió una acción en contra de la Iglesia y, de nuevo, la Congregación se vio perseguida. Empezaron a ser vigilados y algunos fueron expulsados del país. Teniendo en cuenta las tensiones sociales en contra de la acción evangelizadora, los Misioneros del Sagrado Corazón abrieron un nuevo campo de acción en Nicaragua por si se producía una expulsión masiva de sus miembros. De nuevo se repitió la historia y este país entró en conflicto bélico antes que Guatemala y los MSC sufrieron las consecuencias.

Las tensiones sociales se seguían agudizando en Guatemala, hasta que se llegó a un conflicto armado que muchos señalaron como un ‘genocidio indígena’, donde las fuerzas de seguridad del estado perseguían claramente a la Iglesia Católica, por defender la dignidad humana. Mientras tanto, en medio de todas estas dificultades y por estar acostumbrados a ellas, se fueron fundando misiones en El Salvador, Honduras, México, que todas ellas constituyen ahora la Provincia de Centroamérica y México.

De aquella época de persecución en Guatemala, tres Misioneros del Sagrado Corazón fueron asesinados por permanecer al lado del pueblo como el ‘buen Pastor’, José María Gran, Faustino Villanueva y Juan Alonso, y, junto a ellos, centenares de catequistas fueron asesinados por el mero hecho de serlo. Estos tres sacerdotes y siete catequistas han sido beatificados ya, sumándose al inminente santo Peter ToRot y los beatos Benedict Daswa y nuestros siete compañeros de Canet de Mar, estos últimos, asesinados en 1936.

En 1999, iniciamos una nueva aventura en el cono sur de América. El destino fue Paraguay, una comunidad más de la actual Provincia de España.

Madre y Maestra. Papúa Nueva Guinea. Centroamérica. Padre Joaquín Herrera. Hermandad Misionera de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. MSC

Madre y Maestra. Papúa Nueva Guinea. Centroamérica. Padre Joaquín Herrera. Hermandad Misionera de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. MSC

Por muchos años más. Y los caminos raros de Dios han continuado en nuestra historia, invitándonos, con frecuencia, a volver a iniciar desde cero nuestro proceso de ser testigos del amor de Dios en el mundo.

Con unas palabras del mismo P. Julio Chevalier se pueden resumir estos 140 años, aniversario de la primera salida, desde España, de un barco con Misioneros del Sagrado Corazón hacia la misión: “Cuando Dios quiere una obra, para él los obstáculos son medios. Se ríe de la sabiduría humana; desconcierta sus previsiones, llama a la vida lo que según ella no debería jamás ver la luz del día; desarrolla y fortifica en la fecundidad lo que ella había condenado a morir. La fundación y el desarrollo de la pequeña sociedad de Misioneros del Sagrado Corazón son una prueba de esta verdad”.

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